“Para evitar las guerras no te preocupes tanto por el mundo que les
dejarás a tus hijos, sino por los hijos que le dejaras al mundo”.
Al ver las noticias, leerlos periódicos, escuchar la radio o navegar por Internet, no hay más que referencias de los “avances” de la guerra contra Irak, Afganistán y ahora Medio Oriente, bombardeos, agresiones, prisioneros de guerra, detalles del armamento y de algunas estrategias, mensajes de muerte acompañados por tonos de voz impregnados de coraje, resentimiento, odio, venganza... ¡¿Hasta cuándo será suficiente el dolor, hasta cuando nos haremos sensibles nuevamente a la desgracia humana, hasta cuándo?!...
La guerra mejor documentada, la guerra en VIVO.
Y a todo color... Nunca como ahora habíamos sido testigos de la guerra en el sentido en el que seguimos paso a paso cada uno de los acontecimientos, de los ataques, de las declaraciones, es impresionante hasta donde ha llegado la tecnología...
El precio inhumano de la indiferencia.
Pero más impresionante es verse a uno mismo: sentado, con una soda y una bolsa de palomitas de maíz, viendo la televisión y sintonizar el canal donde la película más taquillera es la tragedia humana... Podremos ver gente muriendo, civilizaciones desapareciendo y seguiríamos ahí sentados, haber que más sucede... cuando lo que tenemos que hacer es despertar, dejar de lado la terrible e inhumana indiferencia.
La agresividad, violencia física o verbal, no es algo que vivamos solo en tiempos de guerra, el acontecimiento que hoy golpea al mundo, la guerra en Irak, ha de hacernos pensar, reflexionar y sentir el dolor humano.
Alternativas reales de ayuda.
Y es que muchos hay en contra de la guerra, hacen pancartas, manifestaciones y hasta en nombre de la paz, también hay muertos en los enfrentamientos con la autoridad.
Ante las personas que mueren: por los bombazos, por las heridas que no pueden ser curadas a falta de medicinas, o por falta de agua y alimento; parecería buena opción efectuar un donativo económico o en especie para que sea entregado a aquellos que más lo necesitan. Esta sería una acción de justicia y solidaridad, un gesto generoso de nuestra parte, pero eso, no lo es todo.
Hay otro tipo de donativos además del económico para disminuir el sufrimiento humano y hasta prever próximas guerras. De principio podemos reflexionar en la siguiente frase: “No te preocupes tanto por el mundo que les dejarás a tus hijos, sino por los hijos que le dejarás al mundo”
Con esto no quiero decir que no nos importe el ecosistema, las finanzas, la política y demás aspectos que conforman el mundo de hoy, sino que es urgente e importante atender de manera cuidadosa a nuestros hijos, aquellos seres que definirán el rumbo del planeta en unos años, aquellos que tomarán las decisiones que moverán al mundo. Pues nunca habrá un buen mundo si no tenemos buenos hijos.
Un mundo como el de hoy puede ser mejor, mucho mejor con personas cada vez mejor educadas, con una conciencia recta, que vivan los valores y las virtudes. Así que lo que verdaderamente podemos hacer para evitar las guerras, el hambre, la injusticia, la pobreza, etc., en pocas palabras: el dolor humano, es amar a nuestros hijos y luchar por evitar las llamadas “antesalas de la guerra”.
Antesalas de la guerra.
La guerra no se aparece, esta se planea, financia, tiene autores y actores, que antes de ser suicidas, soldados, mandatarios, son seres humanos que nacieron y vivieron en el mundo como tú y como yo, sus contextos: su familia, su escuela, su ciudad, la tele, sus juegos, etc.
Veamos la importancia de cada uno de estos contextos que pueden ser para un ser humano la escuela de la vida y la base para una vida sana y feliz; o bien, la escuela del horror, del maltrato físico, de la muerte emocional y la antesala de las guerras.
La Familia.
¡Cuántas familias desintegradas, cuántas peleas y diferencias irreconciliables, cuántos matrimonios, cuántos hijos y hermanos! viven la guerra todos los días en la familia al pelear los esposos, al mentir, al ser infieles, al recibir maltrato psicológico con gritos, ofensas, devaluaciones personales, comparaciones, desconsideraciones, o maltrato físico: con golpes, violaciones, abandonos... ¿Cómo podemos esperar la paz del mundo si no empezamos por nuestra propia casa?
La familia, es la célula de la sociedad, es en donde los hombres y mujeres se preparan para la vida, ahí se les dan las bases y los cimientos para construir su personalidad, es ahí donde aprenden los modos de proceder; los padres han de preparar a sus hijos “para aceptar responsabilidades en la vida, para el servicio a los demás y para una vida honesta y feliz que se fundamenta en la práctica de las virtudes”.
En la familia se aprenden actitudes como la solidaridad, colaboración, comprensión, entusiasmo, valores como amistad, honestidad, lealtad, justicia, paciencia, prudencia, así como a convivir, a trabajar, a dirigir la propia vida, etc., en una palabra se aprende a ser feliz.
La “Tele”.
Es importante tomar conciencia y no dejarse llevar, la televisión podría ser un medio educativo excelente pero tal pareciera que con tal de vender: se vale de todo, hasta pasar por alto el bien de la sociedad: el amarillismo y la liviandad de criterios nos llevará a vivir en un mundo cada vez más caótico.
Siendo el medio masivo de comunicación más utilizado, en el que las personas de todas las edades pasan un tiempo considerable frente a ella, es importante poner límites de horarios y programación, además de enseñar a los hijos a seleccionar con criterio recto los programas que verán, poniendo los padres primeramente el ejemplo, ya que casi sin darnos cuenta, se ha convertido en un medio de difusión a gran escala de anti-valores tornándose peligrosa la programación hoy en día: Los temas a tratar en los distintos géneros son por ejemplo en novelas, películas y series: Traición, infidelidad, sexo desordenado, mentiras, gritos, poligamia, pornografía, homicidios, suicidios, familias desintegradas, homosexualidad, incesto, violación, drogadicción, entre otros; hasta en caricaturas vemos también malos ejemplos a seguir como: groserías a los papás, a los maestros y a los compañeros, burlas, bromas pesadas, mala competencia, agresión, traición, envidia, venganza, rencor, muerte, peleas sangrientas, etc..
Sin duda una programación como esta no dejará ni a los adultos, ni a jóvenes, adolescentes o niños, nada bueno, al contrario, a partir de recibir estímulos como estos uno los va aprendiendo y van influenciando nuestras vidas sin que seamos conscientes de ello en muchas ocasiones.
Propiciemos ver la televisión en familia, seleccionar el programa, hacer comentarios al finalizar este, de lo que estuvo bien y que estuvo mal, procurar que los programas que se vean no sean agresivos, violentos, ni moralmente perturbadores; sino más bien educativos, sanos y divertidos.
“La diversión”.
Cada vez se ven menos niños y jóvenes en las calles, en los parques, en los clubes; las bicicletas, los patines, las avalanchas se han quedado en un rincón; lo de hoy: los videojuegos.
Los videojuegos tan de moda hoy, son juegos para niños, adolescentes y adultos que versan –entre otras cosas- sobre guerra, luchas o peleas, muerte, con golpes a nivel personal, con armas, con bombas, lo que uno puede apreciar ahí es una destrucción masiva de personas y ciudades, sangre salpicada por todas partes, en algunos hasta partes del cuerpo de seres humanos desperdigados, que con las gráficas que se utilizan pareciera ser realidad.
Algunos niños o jóvenes pasan alrededor de 6 horas al día (si no es que más) jugando sin ningún empacho, viven muchas horas de agresión “virtual” y se pretende que no sean agresivos...
En estos juegos parece que las personas se desconectan de la realidad para entrar a la realidad virtual, nada les importa en el momento del “combate”, hoy el mejor amigo de miles de niños: se llama “XBOX”, “PlayStation”, “Game Cube”, “Sega”... en fin.
De lo que se trata aquí no es de prohibir este tipo de distracción, así como con la televisión es necesario poner límites de horario y selección de contenido y propiciar actividades al aire libre para que se dé una niñez y juventud más sana, que hagan amigos, que practiquen algún deporte... pero ¡Que no se queden encerrados!
“La educación”.
Hay una corriente por ahí que dice que en cuanto a la educación lo mejor es no poner límites, dejar a los niños “ser”, es posible que alguna vez hayas escuchado el típico: “Déjalo lo vas a traumar”; cuando no se trata de reprimir sino de educar.
Recordemos que los niños y jóvenes son nuestra responsabilidad y requieren de criterios que les permitan construir su personalidad y ser libres para dirigir su propia vida. Así que nada de “Que hagan lo que quieran” “Déjalos” “Son libres” “Cuando crezcan que ellos escojan” ¡NO! Eso no se vale, ahí lo que vemos es un tremendo egoísmo y comodidad por parte de los padres o maestros, una evasión de la responsabilidad de educar realmente a un ser humano.
Es importante y necesario enseñar a pensar, a querer, a decidir, a convivir, a trabajar, a ser un buen profesional, a hacer buen uso del tiempo libre, a ser una buena persona.
“La sociedad”.
Problemas públicos de salud, de delincuencia (robos, sobornos, homicidios, violaciones, corrupción) el tráfico, la violencia verbal y no verbal, son sólo algunas situaciones en las que uno puede verse inmerso dentro de una sociedad en la que no impera el orden y la justicia.
Los legisladores y mandatarios debieran ser un ejemplo a seguir, verdaderas instituciones públicas; no que en muchas partes hasta los policías dan más miedo que tranquilidad.
Por ello debemos desde la familia poner el ejemplo de buenos ciudadanos y enseñar a los hijos cosas como: no tirar basura en la calle, ejercer el voto, ceder el paso a los peatones, ayudar a los pobres, etc., si todos fuéramos así, otra cosa sería...
Es cuestión de enfoques.
Algunos podrán decir que la guerra es cuestión de intereses políticos, algunos que económicos, otros que sociales, la verdad es que es todo eso y más, es cuestión del corazón.
Un corazón duro, indiferente que no se abre al diálogo, a la cooperación, al bien de la humanidad; no importa cuál sea la disputa, cuando no se desea encontrar la verdad, se encuentran pretextos de toda índole para ejercer muchas acciones, pero no la solución.
La guerra preocupa, aterroriza ver a la gente sufrir y morir; sin embargo, poco nos detenemos a reflexionar que el sufrimiento es la obra trágica del hombre, él es la causa de su propio dolor; no precisamente se requieren fusiles, tanques y bombas para golpear y hacer sufrir; la guerra, no está tan lejos; hay armas también muy destructivas al alcance de todos como lo son las palabras y los golpes en contextos como la calle, el trabajo, la escuela, la propia casa, que dan muerte, si no en todos los casos: física, pero sí emocionalmente.
No destruyas lo que más amas, es una necesidad imperante educar en valores, formar, enseñar a vivir una “vida buena” centrada en la caridad, en la justicia, en la honestidad, en el esfuerzo y no confundirse en vivir la “buena vida” que mucho tiene de diferente pues es donde el egoísmo, la envidia, la comodidad, hacen imposible la vida buena que es la que hará de nuestro mundo un lugar mejor para vivir, un lugar donde se luche por el bien común, donde no haya guerras, donde se viva la cooperación, la justicia y la paz.
La oración.
Ahora bien, no podemos quedarnos sólo con criterios humanos o del mundo, sería quedarnos a medias, si muy importante es la vida en familia, la buena educación, más importante es aún: La oración. Dios nunca está lejos de nosotros, nosotros somos quienes nos alejamos de Él. Es preciso además de enseñar a nuestros hijos a vivir los valores y las virtudes, que hay un Dios, un Padre misericordioso que está atento para escuchar y atender a sus hijos amados. El poder extraordinario de la oración hará que no sólo seamos mejores y más felices sino que su alcance llegará a los corazones endurecidos “Orar sincera y fielmente es asegurar infaliblemente tu perfección y la perfección del Mundo”.
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